viernes, 4 de febrero de 2011

Otra forma de decir que te quiero.

Imaginaos, por un momento, una pequeña isla en medio del mar. La isla no tiene vegetación ni fauna, es sólo roca desnuda a la intemperie.
La roca y el mar siempre se tocan, están juntos.
A veces, cuando hay tormenta y el viento arrastra sombras, el mar se abalanza sobre la roca, cubriéndola por completo, no la deja respirar. Ella sonríe.
Sin embargo, cuando ninguna fuerza obliga a hacer nada al mar, éste deja en paz a la isla, sin preocuparse por ella en absoluto, puesto que no se va a mover de allí. Es en esos momentos cuando se siente más sola que nunca, aunque el mar siga tocándola.
Ambos están ahí desde el inicio de las cosas y estarán hasta el fin del mundo, juntos.

***

La roca debería aceptar la soledad que llega en tiempos de calma, y a no depender tanto del mar para alcanzar la felicidad; a sonreír menos y callar más.
El mar, por el contrario, apreciar lo que tiene y cuidarlo, porque ningún tesoro es eterno, y hacer notar que ella no está sola.
Ambos juntos no son lo que uno solo. Por separado no valen nada.
Darse cuenta de lo que tienen a lado y apreciarlo en todas sus formas y estados.

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